Saturday

Vuelve el invierno

En otra vida, en otro tiempo, una nevada de dolor vino arrastrada por los vientos del sur y se llevó todo a su paso, llevándose consigo mi esperanza, mi confianza y mi ilusión. Por suerte, algún tiempo después El sol vino de nuevo, un poco de calor permitió que volviesen a florecer en mi memoria aquellos buenos pensamientos perdidos, levantándome como de un largo sueño, abriendo los ojos, saliendo por un instante a la superficie.
Pero tuve que pagar un precio demasiado alto. Tuve que dejar mi corazón oculto entre las mareas de un mar picado en tempestades, latiendo con la fuerza de mil demonios encerrados dentro de él llamados sentimientos, aquellos que juré no liberar jamás, que pretendí negar, que esperé vencer. Corrí hasta los confines de este mundo con la esperanza de huir y comenzar de cero, mas sin embargo ellos rompieron sus cadenas y me alcanzaron, tomaron de nuevo el control y ahora estoy perdido en un torbellino de emociones descontroladas que me impide ver con claridad lo que está frente a mis ojos, vivo subyugada a mi falta de razón, permanezco dominada por un sinfín de sensaciones que me están llevando al límite de mi propia resistencia.
De pronto, al borde del abismo, sentí de nuevo el frío correr por detrás de mis orejas, provocando un intenso escalofrío que recorrió todo mi cuerpo. Entonces comprendí que se acercaban otra vez aquellos vientos tempestuosos que alguna vez fueron tanto mi salvación como mi condena, con la diferencia de que ahora no se ven los rayos del sol al final, con el agravante de que cada vez camino más cerca de las fronteras de la locura no obstante estar perfectamente consciente de ello, y muy a pesar de sentirme relativamente complacida con los pasos que he logrado dar.
Entendí que tenía que volver a hacer el sacrificio, y recordé aquellas palabras que en otro tiempo abrieron un limbo en que permanecí sin rumbo, viviendo en la nada. Mis rodillas tocaron el suelo seco, junté mis manos y bajé la cabeza en señal de oración, rogando no arrepentirme de aquella decisión que no tendría vuelta atrás. Y comencé a conjurar:

“Y soplarás en mi corazón de miedo frío,
soplarás en la sangre sola de mi corazón,
soplarás en su movimiento de paloma con llamas,
sonarían sus negras sílabas de sangre,
crecerían sus incesantes aguas rojas,
y sonaría, sonaría a sombras,
sonaría como la muerte,
llamaría como un tubo lleno de viento o llanto
o una botella echando espanto a borbotones”

Una vez tuve que dar mi corazón a cambio de un poco de paz. Ahora no sé que tendré que perder, no sé qué va a pasar. Porque ya el daño está hecho.